Durante el día destinado a honrar a las víctimas que han perdido la vida o sufrido por ejercer sus derechos fundamentales a la libertad de pensamiento, conciencia y religión o creencias, Secretary-General António Guterres emitió una declaración manteniéndose en “firme solidaridad”.
“El discurso de odio, en línea o fuera de línea, continúa alimentando la violencia contra los miembros vulnerables de la sociedad, incluidas las minorías étnicas y religiosas”, advirtió.
‘Debemos hacer más’
A pesar de la resolución de la Asamblea General en 2019 para observar oficialmente el día, «las personas y las comunidades en todo el mundo continúan enfrentándose a la intolerancia y la violencia basadas en la religión o las creencias», dijo el alto funcionario de la ONU.
“Debemos hacer más para apoyar a las víctimas y examinar las condiciones que impulsan la intolerancia y el odio”, agregó.
“Iniciativas como mi Llamado a la acción por los derechos humanos y el Estrategia y plan de acción de la ONU sobre el discurso de odio son herramientas que se pueden utilizar para abordar estos problemas complejos y apremiantes”.
Responsabilidad sobre los Estados
Los Estados tienen la responsabilidad de prevenir y abordar la discriminación y la violencia infligido en nombre de la religión o creencia, recordó el Sr. Guterres.
Señaló que esto debe hacerse a través de “políticas integrales” que promuevan la inclusión, la diversidad, la tolerancia y el diálogo interreligioso e intercultural.
Además, el jefe de la ONU advirtió que las violaciones de derechos humanos perpetradas en nombre de la religión o las creencias deben ser investigadas y sancionadas, y “es necesario brindar reparaciones efectivas a las víctimas, de conformidad con el derecho internacional de los derechos humanos”.
“Es esencial que todos los Estados, líderes religiosos y otros actores influyentes condenen toda incitación al odio y la violencia basados en la religión o las creencias”, explicó el Secretario General.
“Solo un esfuerzo colectivo, inclusivo y de toda la sociedad puede resultar en una coexistencia segura para todos y poner fin a esta plaga en nuestras sociedades”.
Libertad de religión
La libertad de religión o de creencias, de opinión y de expresión, así como el derecho de reunión pacífica y la libertad de asociación, están consagrados en tres artículos de la declaración Universal de los Derechos Humanos.
La defensa de estos derechos interdependientes, interrelacionados y que se refuerzan mutuamente juega un papel importante en la lucha contra todas las formas de intolerancia y discriminación basadas en creencias, según las Naciones Unidas.
Además, los debates abiertos, constructivos y respetuosos junto con el diálogo interreligioso e intercultural a nivel local, nacional, regional e internacional pueden desempeñar un papel positivo en la lucha contra el odio religioso, la incitación y la violencia.
Juntas, estas libertades y respetos pueden ayudar a fortalecer la democracia y combatir la intolerancia religiosa.