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Mujer de 24 años, 2 meses «encerrada» en psiquiátrico contra su voluntad y sin diagnóstico psiquiátrico

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Cuenta Rocío Muñoz, madre de Carla EuropaHoy Una historia que no te dejará impasible. Una joven, de 24 años, recluida contra su voluntad en el HUBU, concretamente en el pabellón de psiquiatría del Hospital Universitario de Burgos (HUBU), lleva dos meses desde el 10 de junio y bajo tratamiento psiquiátrico cuando en realidad padece una enfermedad física y ningún trastorno mental como lo confirma una y otra vez el HUBU a la familia.

En estos momentos, nos cuenta Rocío, Carla está bajo medicación psiquiátrica sin ningún motivo lógico. “El diagnóstico real está avanzado enfermedad de Lymetransmitida por la picadura de una garrapata, según pruebas diagnósticas realizadas por médicos fuera del hospital.

Los síntomas de esta enfermedad son muy variados: desde síntomas digestivos, vasculares, neurológicos, endocrinos hasta síntomas similares a los de la fibromialgia, pasando por una caída del sistema inmunológico. El tipo de prueba necesaria para detectar esta enfermedad no la realiza la Seguridad Social debido a su alto índice de falsos negativos, por lo que es necesario acudir a laboratorios externos donde se realizan pruebas como elispot, phagos test, Galaxy nanotrap antigen test y Paldispot, entre otros.

Como está documentado, Carla, que padece esta enfermedad infecciosa y multisistémica, acude al servicio de salud con múltiples síntomas orgánicos: pérdida de peso involuntaria, dolores musculares y articulares, úlceras vasculares, edemas en miembros inferiores, livedo reticular, fracturas vertebrales, estrechamientos. de la arteria mesentérica en la unión con el tronco celíaco e infecciones recurrentes por su inmunosupresión.

Este servicio, al no poder encontrar el motivo de las dolencias orgánicas detectadas y viendo el progresivo e imparable deterioro físico que sufre, decidió, de forma incomprensible para todos los profesionales sanitarios que consultamos, trasladarla a psiquiátrico con la excusa de que estaba internada. un lugar más aséptico.

No parece lógico ignorar el uso de la UCI donde el seguimiento y tratamiento de su enfermedad podría ser adecuado.

En cambio la trasladan a psiquiatría, le quitan las vías intravenosas (Carla también es diabética), la aíslan del mundo exterior, le impiden tener teléfono, recibir las visitas necesarias y ni siquiera comunicarse libremente con sus seres queridos ( lo que viola todo lo que la ONU y la Organización Mundial de la Salud están impulsando en su programa “Calidad y Derechos”). Mientras tanto Carla ve a sus compañeros de ese piso interactuando entre ellos y con el mundo exterior, realizando actividades con el terapeuta ocupacional, socializando y hasta pudiendo recibir llamadas telefónicas que a ella le niegan para no poder contactar con la prensa “como allí Hay un proceso judicial abierto contra ese hospital”, obligada a estar sola las 24 horas del día mirando las cuatro paredes de su habitación blanca y triste.

Además, en las últimas semanas, según información facilitada por Rocío a Europa Hoy, ha sido expropiada por el personal del hospital. Se le aplica un tratamiento innecesario con efectos secundarios contraproducentes y “que no sólo no ayuda a mejorar las patologías físicas de Carla, sino que puede causarle daños irreversibles al impedirle recibir la atención médica correcta o enmascarar síntomas importantes que deben ser tratados”. Todo ello sin el consentimiento de Carla y en total vulneración de sus derechos como paciente, tal y como explica la Junta de Castilla y León en su página web:

“Es el derecho a elegir libremente, después de recibir información adecuada, entre las diferentes opciones para la aplicación de un procedimiento diagnóstico, pronóstico o terapéutico que me presente el profesional responsable, y a que ninguna acción que afecte mi salud se realice sin mi consentimiento. consentimiento previo.»

Y parece que no es que no se hayan presentado las pruebas médicas de la enfermedad de Carla, “es simplemente la negligencia o incapacidad para aceptar errores o correcciones lo que impide que el equipo médico que atendió a Carla en medicina interna y ahora en psiquiatría, pueda escucharla”. ; escuchando a otros profesionales de la salud o las llamadas de auxilio de Carla y su familia”.

La dirección del HUBU, continúa Rocío, está al corriente del proceso judicial y ordena a los médicos coartar todos los derechos de la joven y la autonomía de la paciente, mientras Carla languidece en la plenitud de su juventud, indefensa, sufriendo, apagándose.

¿Vínculos entre la dirección del HUBU y la Justicia en Brugos?

¿A quién le interesa que Carla siga ingresando en psiquiatría cuando lo que quiere es que la trasladen a otro hospital de su confianza para recibir el tratamiento adecuado a sus patologías? se pregunta Rocío.

¿Qué intereses ocultos hay en este caso en el que otras personas están decidiendo por Carla sin dejarla participar en la toma de decisiones en relación a su salud, desconociendo por completo sus derechos humanos?

¿Cómo es posible que nos encontremos con una indefensión jurídica de tal magnitud en un Estado de Derecho como España ¿supuestamente es? ¿Tiene algo que ver con que la jueza que investiga el caso de Carla sea hermana del jefe de Neumología del HUBU?

¿Quién va a asumir la responsabilidad de esto si ocurre un desenlace fatal como el que se documenta a continuación?

Todas estas preguntas están constantemente en la mente de la madre y los familiares de Carla, ya que sienten la impotencia propia de una lucha entre David y Goliat.

Lo que Carla quiere, dice su madre, es salir de la psiquiatría e ir a un hospital de confianza con profesionales que sean capaces y estén dispuestos a ver su situación médico-física real sin prejuicios y que harán todo lo posible para restaurar su salud.

Mientras se le niega el trato correcto y se vulneran flagrantemente sus derechos humanos, cuenta Rocío a Europa Hoy, Carla se está deteriorando física y emocionalmente de forma irreversible. No hace tanto que podíamos olvidar el fatal desenlace del caso de Andreas Fernández, quien falleció a los 26 años, físicamente enfermo y, al igual que Carla, se le negó el tratamiento adecuado y fue internado injustificadamente en psiquiatría.

Publicado anteriormente en The European Times.

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