El Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, presidió, este sábado 22 de abril en la capital francesa, la santa misa con el rito de beatificación de los sacerdotes Henri Planchat, Ladislas Radigue, Polycarpe Tuffier, Marcellin Rouchouze y Frézal Tardieu, asesinados por odio a la fe durante la persecución anticristiana de la Comuna en 1871.
Adélaïde Patrignani – Vatican News
Su martirio comenzó durante la Semana Santa de 1871. El 6 de abril, Jueves Santo, fue detenido el padre Mathieu Henri Planchat, del Instituto de San Vicente de Paúl; el 12 de abril siguiente, Miércoles Santo, fue el turno de los padres Ladislas Radigue, Polycarpe Tuffier, Marcellin Rouchouze y Frézal Tardieu, de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María y de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento. Murieron el 26 de mayo durante la masacre de la calle Haxo. Ese día perecieron cincuenta prisioneros, ejecutados por la Comuna dos días antes de la toma total de París por las tropas versallescas de Adolphe Thiers.
«Las circunstancias en las que se vieron envueltos y fueron víctimas (y obviamente no sólo ellos, sino varias decenas de personas más masacradas por la violenta locura de los revolucionarios) constituyen una historia enmarañada y compleja en la que se entrecruzan todo tipo de instancias, viejas y nuevas condiciones, ideologías sociales y sentimientos antirreligiosos, apelaciones a la verdad pero también ríos de mentiras hasta formar una mezcla que envenena al hombre». Son las palabras del cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, en su homilía de la misa de beatificación celebrada en la iglesia de Saint-Sulpice, en París, en la tarde de este sábado 22 de abril.
El bien no hace ruido
La historia de estos mártires, prosiguió el Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, «se convierte también en una advertencia para hoy» y en una «historia de esperanza». Citando a Benedicto XVI, el cardenal italiano recordó que si a veces el bien «puede parecer frustrado por el abuso y la astucia, en realidad sigue trabajando en silencio y discreción, dando frutos a largo plazo. Es la renovación social cristiana, basada en la transformación de las conciencias, en la formación moral, en la oración» (homilía del 14 de junio de 2008).
Precursor del catolicismo social, el padre Henri Planchat dedicó su ministerio a la evangelización del mundo obrero y a los niños de la Primera Comunión. Su influencia fue paradójica en una sociedad anticlerical y que quería prescindir de Dios. El ejemplo de este servidor humilde y fiel todavía puede inspirar a los cristianos, afirma el padre Yvon Sabourin, miembro de la congregación de los religiosos de San Vicente de Paúl y postulador de la causa de beatificación del padre Planchat.
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