Comunicado de www.vaticannews.va —
El director de la Oficina de Prensa, Matteo Bruni, presentó el 43° viaje apostólico de Francisco al país asiático, el primer Pontífice en esta tierra entre Rusia y China. El Papa se reunirá con representantes de las instituciones y de la Iglesia, que vive ahora sus orígenes tras «renacer» en el ’92. Central será la misa en el Steppe Arena a la que asistirán 1.500 fieles locales más un millar de países vecinos, así como el acto ecuménico e interreligioso.
Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano
Un viaje entre las grandes estepas y los pequeños Ger, las típicas tiendas con columnas de madera y paredes de fieltro, símbolo de la vida nómada de la población. Una población «apasionada», «pacífica», con “una vocación por el multilateralismo» y el cuidado del medio ambiente tras el peligroso derrumbe minero del suelo. Una población de la que el 0,02% se profesa católica, perteneciente a un «pequeño rebaño» renacido tras la caída del comunismo en 1992. Así resumió el director de la Oficina de Prensa, Matteo Bruni, la peregrinación de Francisco a Mongolia, donde partirá el 31 de agosto y permanecerá hasta el 4 de septiembre, visitando sólo la capital Ulán Bator. Se trata del 43° viaje apostólico del Pontífice argentino, el 61° de su pontificado, y el primero de un Papa en esta tierra asiática apretada entre Rusia y China, país este último que Jorge Mario Bergoglio atravesará en su vuelo de ida y vuelta y para el que está previsto un telegrama al presidente Xi Jinping, informó Bruni.
Las raíces de la «pequeña» Iglesia
La ubicación de Mongolia es, por tanto, geopolíticamente simbólica en un momento histórico marcado por la guerra en Ucrania, que probablemente también tendrá repercusiones en el discurso del Papa a las autoridades civiles el 1° de septiembre, uno de los cinco discursos -todos en italiano- que Francisco pronunciará durante el viaje de tres días, caracterizado por encuentros con diversas realidades institucionales y sociales del país. El corazón de todo el viaje será el encuentro con la pequeña comunidad católica, alrededor de 1.500 fieles: «El Papa va a Mongolia para hablar principalmente con ellos, dirigirá palabras de aliento y esperanza a esta hermosa realidad que ofrece una importante contribución en los campos de la vida humana», dijo Bruni, recordando también las raíces de esta Iglesia que, de hecho, sigue viva hoy en día, a pesar de que los contactos con el mundo latino se registran ya en el 1200 e incluso un intercambio epistolar entre el hijo de Gengis Khan y el Papa Inocencio IV. Se remonta a principios del siglo IV, cuando se nombró al primer obispo, época en la que el imperio mongol incluía parte de China; después, con el paso de los siglos, la presencia de cristianos en la zona casi se diluyó, hasta desaparecer por completo durante los años de la dictadura comunista. Desde 1992 la Iglesia ha sido «readmitida» e «invitada a una presencia», revigorizada en los últimos treinta años por la gran labor de los misioneros, en primer lugar los Misioneros de la Consolata, congregación a la que pertenece el primer y único cardenal de Mongolia, Giorgio Marengo, Prefecto Apostólico de Ulán Bator, que recibió la púrpura en el Consistorio del año pasado.
Encuentro con la comunidad católica y otras religiones
Teniendo en cuenta estos antecedentes históricos, pero también el presente de esta Iglesia pequeña pero capilarmente activa en el ámbito social -hasta el punto de que en los últimos meses se está estudiando un acuerdo entre la Santa Sede y Mongolia sobre la labor de los cristianos-, la misa que el Papa celebrará la tarde del 3 de septiembre en el Steppe Arena es central. A los 1500 fieles residentes en Mongolia, el 90% en la capital, se unirán otros mil fieles procedentes de diversos países vecinos. Entre ellos: Rusia, China, Tailandia, Kazajstán, Kirguizistán, Azerbaiyán, Vietnam.
También el domingo 3, el Papa presidirá un acto ecuménico e interreligioso en el Hun Theatre: participarán representantes del chamanismo, el sintoísmo, el budismo, el islam, el judaísmo, el hinduismo y otras confesiones. Una muestra de la vocación de coexistencia pacífica que, según subrayó Bruni, caracteriza al pueblo mongol desde hace décadas. En el encuentro estarán presentes también observadores gubernamentales y representantes del mundo universitario, informó el portavoz vaticano, que respondió a las preguntas de algunos periodistas sobre posibles tensiones con China por el encuentro con representantes del budismo tibetano, entre ellos un niño considerado la décima reencarnación de Buda, así como sobre la posibilidad de un encuentro privado con fieles rusos y chinos después de la misa. Matteo Bruni, aclarando que por el momento no está previsto ningún encuentro privado, explicó que todos los grupos religiosos estarán presentes en el evento ecuménico e interreligioso. En cuanto a las posibles referencias a la vecina China, el director de la Oficina de Prensa recordó las palabras del Papa en el último Ángelus del domingo 27 de agosto: «El Papa fue muy claro el domingo: va a Mongolia, desea este encuentro al que mira con felicidad y gran respeto, tiene el deseo de encontrarse con la gente. Yo no añadiría nada más. El viaje es a Mongolia».
El programa
Al detallar el programa, refirió que el Papa partirá el 31 de agosto en avión a las 18.30 horas del aeropuerto de Fiumicino y en un vuelo de nueve horas y media sobrevolará Georgia, Azerbaiyán y China, entre otros. La ruta establecida no incluye Rusia. »Normalmente se elige la ruta en función de lo que es más conveniente en ese momento. No me consta que haya otras razones», dijo el portavoz vaticano. El Pontífice aterrizará en Ulán Bator, en el aeropuerto internacional de Chinggis Khaan, será recibido por la ministra de Asuntos Exteriores y una joven le ofrecerá una taza de yogur seco, regalo típico del país. La primera jornada estará dedicada a las citas institucionales: por la mañana con las autoridades civiles, entre ellas el Presidente Ukhnaagiin Khürelsükh y el Primer Ministro; por la tarde con obispos, sacerdotes, misioneros consagrados. Este último encuentro tendrá lugar en la catedral, construida en el siglo XX con una estructura que recuerda los Ger, donde se encuentra una estatua de la Virgen encontrada por una mujer en la basura hace años, entronizada y venerada entonces como Madre del Cielo. El año pasado, Marengo consagró Mongolia a Ella. La mujer que encontró la estatua en la basura recibirá al Papa en la catedral, dividida en dos pisos, junto con una mujer mongola que ofrecerá una jarra de leche envuelta en un fular azul, otro regalo típico. Además de los encuentros ya mencionados, durante los cuales no faltarán los recorridos del Papa en golf car, el último día Francisco bendecirá e inaugurará la Casa de la Misericordia, un complejo escolar en desuso que pertenecía a las monjas y que ahora se ha habilitado para acoger a pobres, personas sin hogar, migrantes y víctimas de la violencia doméstica. «Es bonito que el Papa concluya su viaje en este lugar de amor», señaló Bruni.
El séquito
El séquito papal estará formado por el cardenal Luis Antonio Tagle, Pro-Prefecto de la sección para la primera evangelización y las nuevas Iglesias particulares del Dicasterio para la Evangelización; el cardenal Kurt Koch, Prefecto del Dicasterio para la Unidad de los Cristianos; el cardenal Miguel Ángel Ayuso, Prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso. En la delegación estará presente también Silvina Peréz, laica, coordinadora de la edición española de L’Osservatore Romano.
Se publicó primero como El Papa en Mongolia: un viaje para abrazar al «pequeño rebaño» católico