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El sistema de castas en la India y los Derechos Humanos

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castas en la India // Cuando escuchamos la palabra “paria”, inmediatamente la asemejamos a una persona pobre, sin recursos, que malvive y de la que es mejor apartarse.

También es cierto que la mayoría de la gente la asimila con la India. Y así es. De ahí proviene este calificativo para indicarnos que, dentro de una división social que existe en ese país, los parias son los últimos del escalafón. El sistema de castas de India es uno de los más antiguos de la humanidad y que aún, hoy en día, sigue marcando el rumbo de muchos indios que no han tenido más que la desventaja de nacer en un estatus social muy devaluado.

Se dice que este sistema divide a los hindúes en unos grupos jerárquicos bastante rígidos, basados en su karma (trabajo) y dharma (religión o deber) y que se remonta al menos a mil años antes del nacimiento de Cristo, según consta en el libro Manusmriti, considerado el más importante y autorizado de la ley hindú, donde se justifica el sistema de castas como “la base del orden y la confianza de la sociedad”.

Existen cuatro categorías principales en la división de las castas hindúes: brahmanes, kshatriyas, vaishyas y sudras, y muchos creen que estos grupos se originaron en Brahma, el dios hindú de la creación.

Dentro de esta escala, podemos ver que los brahmanes (maestros e intelectuales) provienen de la cabeza de Brahma.

  • Los brahmanes (brahmín) provienen de la boca del gigante. Tienen el don de la palabra. Tradicionalmente, fueron encargados de mantener el conocimiento y los rituales. Eran sacerdotes e intelectuales mantenidos por otras castas, que debían llevar una vida austera.
  • Los guerreros y administradores (kshatriya) salieron de sus brazos. Tienen la fuerza y ​​su virtud es la justicia. Tienen que gobernar y proteger a los otros grupos sociales.
  • Los comerciantes (vaishya) eran la casta que hacía mover la economía y de dónde salían los principales recursos para mantener la pirámide social. Su origen está en las piernas del gigante. El beneficio lícito no está mal visto en la cultura védica. Tenían el conocimiento práctico del comercio, la agricultura y la ganadería.
  • Los sirvientes (shudra) eran la mano de obra de la sociedad. Salieron de los pies del gigante Purusha y solo se les atribuía la humildad como virtud. Tenían pocos privilegios y pocas obligaciones. De hecho, su único privilegio era ser protegidos por las castas superiores.

Los textos védicos también hacen referencia a los extranjeros (mleichas) que no pertenecen a esa estructura social. Se cree que la primera civilización del Indo era una sociedad igualitaria y que esta estructura la trajeron consigo los pueblos indoeuropeos cuando llegaron a la India. Esta subdivisión en estamentos sociales fue común en muchas civilizaciones antiguas e incluso hasta la Edad Moderna en Europa. La originalidad del sistema de castas en India es su organización vertical basada en el concepto de pureza de las actividades que realiza el individuo y el papel predominante de la casta intelectual en la pirámide social. El hecho de que los estamentos fueran herméticos también lo encontraríamos en otras sociedades.

Cabe señalar que los jati están regidos por un panchayat, o consejo de ancianos, que determinan las prácticas adscritas a la comunidad. Cada jati determina elementos fundamentales del día a día de las personas como:

  • Hábitos higiénicos
  • Dieta: alcohol, prohibiciones, vegetarianismo…
  • Normas de matrimonio
  • Rituales y devoción a ciertos dioses
  • Educación y profesión

Todos estos aspectos crean comunidades culturales cohesionadas y endogámicas insertadas en una sociedad muy plural dividida en decenas o cientos de jati que conviven en el mismo territorio. La práctica de los jati ha permitido que el indio sea muy tolerante hacia lo que considera fuera de su comunidad, mientras que puede aplicar de forma estricta las normas sociales que rigen su propia comunidad (jati).

A modo de ejemplo, los rajput que se consideran una casta guerrera (kshatriya), fueron grupos que se establecieron en Rajasthán en el siglo VII. Comparten una cultura que se mantiene dentro de los varios clanes o jati que se incluyen dentro de esta denominación. Aunque son una casta guerrera, su cultura y su estilo de vida es muy distinto de otros jati también kshatriya como por ejemplo los khatri.

Fuera de este sistema de castas hindú estaban los achhoots, los dalits o los intocables.

Los intocables y los derechos humanos

Aproximadamente, uno de cada seis habitantes de la India es dalit, unos 200 millones de personas. La mayoría de “intocables” viven en pobreza extrema, con menos de un dólar al día, y sufren no sólo desigualdad económica, sino discriminación social.

Un 48% de la infancia dalit presenta signos de desnutrición y el 72% padece de anemia. Un alto porcentaje no asiste a la escuela o abandona los estudios después de primaria y sólo una cuarta parte de las niñas que viven en zonas rurales va al colegio. Los niños y niñas dalit afrontan habitualmente abuso verbal y físico por parte de sus profesores y compañeros; y además de lidiar con la pobreza extrema, saben que difícilmente conseguirán la igualdad de oportunidades por el simple hecho de haber nacido como “intocables”.

Cuando naces en India, un país que es tan grande como un continente por su tamaño, dentro de la clase social paria, se te prohíbe el derecho a sacar agua de un pozo, no pueden entrar en un templo a rezar y mucho menos a hacer ofrendas, algo que, debido a la profusa religiosidad de los indios, es una forma atroz de separarte de tus creencias.

Algunos mueren asesinados en plena calle, de donde los tienen que recoger otros de su misma escala social, y jamás se investigan estas muertes, pues casi no se les tiene en cuenta como personas.

En casi un 40% de los colegios públicos, los niños dalit deben comer separados del resto de alumnos; y en el 20% no se les permite beber agua de la misma fuente. Se les considera impuros. La discriminación es la causa principal de abandono escolar: casi un 70% de los niños y niñas dalit de entre 5 y 15 años abandona sus estudios sin terminarlos y tan solo permanecen en el sistema educativo una media de 3 años. Por todos estos motivos, la educación no ha sido una prioridad para las comunidades dalit y muchos niños empiezan a trabajar desde los ocho o nueve años para apoyar a sus familias, por lo que es muy importante llevar a cabo campañas para sensibilizar a los padres sobre la importancia de que sus hijos reciban educación.

Según el estudio “Intocabilidad en la India rural”, llevado a cabo por académicos y activistas en más de 500 pueblos en once estados indios, en el 47 % de esas localidades prohibían las marchas nupciales de dalits a caballo, y en el 8,4 % los intocables debían incluso pedir permiso a las castas superiores para poder casarse; se les prohíbe dar la mano a miembros de otras castas, e incluso, salir a la calle a determinadas horas del día.

“Como grupo, cuando buscan hacer valer su derecho constitucional a la igualdad, los dalits suelen ser blanco de las castas superiores (que ven amenazada su posición dominante y usan la violencia) para enseñar a los dalits una lección (…) recordándoles constantemente su condición de subordinados”, denuncia el estudio.

Pero siempre hay excepciones que confirman la regla, como fue el caso de Ambedkar, que pertenecía a la comunidad mahar, un grupo intocable de la zona de Mumbai, pero fue el primer indio en obtener un doctorado en una universidad británica. Era economista y abogado y fue uno de los padres de la Constitución india.

Ambedkar defendía que los intocables debían ser llamados dalit (oprimidos) y que el nuevo país independiente debía tomar medidas de discriminación positiva que equilibrara la marginación histórica de estas comunidades.

Gracias a Ambedkar, la Constitución india incorporó títulos contra la discriminación por casta y un anexo donde se listaban las comunidades de dalit y una propuesta de medidas para revertir las desigualdades.

En declaraciones a la Agencia Anadolu, el activista a favor de los derechos de los parias, Yash Meghwal, informa la mayoría de los parias no tienen acceso a la educación, padecen de insuficiencia alimenticia y son objeto de los ataques de las castas a pesar de que la Constitución de la India abole este sistema.

Según Meghwal, aquellos que apoyan el sistema de castas piensan que es algo honorable y asegura que esta situación seguirá así mientras no se instaure un sistema educativo íntegro e inclusivo.

Este injusto y regresivo sistema social consiguió que las castas superiores disfrutasen de muchas ventajas a costa de la represión de los que estaban más abajo en la pirámide, o cuerpo de Brahma.

Siglos ha durado, y aún permanece este sistema irracional para nosotros. Aun así, algunos dalits y otros indios de casta inferior, como B.R. Ambedkar, autor de la Constitución india, y K. R. Narayanan, que se convirtió en el primer presidente dalit de la nación, han llegado a ocupar puestos de prestigio en el país.

Esto fue posible porque, según los historiadores, hasta el siglo XVIII las distinciones formales de casta tenían una importancia limitada, las identidades sociales eran mucho más flexibles y la gente podía pasar fácilmente de una casta a otra.

Sin embargo, cuando llegó la colonización británica a India, los nuevos gobernantes establecieron estrictos límites que hicieron de las castas la característica social definitoria del país y lo utilizaron para realizar los censos y así simplificar el sistema.

El objetivo era crear una sociedad única con un derecho común que pudiera ser gobernada fácilmente.

Cierto es que la Constitución de la India, tras su independencia, prohibió la discriminación por motivos de casta, y en un intento por corregir las injusticias que la historia había hecho con los hindúes a lo largo de muchos siglos. En 1950 las autoridades anunciaron cuotas en puestos gubernamentales e instituciones educativas para castas y tribus, la más baja en la jerarquía de castas.

En 1989, las cuotas se ampliaron para incluir una agrupación denominada OBC (otras clases atrasadas) que se encuentran entre las castas superiores tradicionales y las más bajas.

En las últimas décadas, con la expansión de la educación secular y la creciente urbanización, la influencia de las castas ha disminuido un poco, especialmente en las ciudades donde conviven diferentes castas.

También los matrimonios entre castas se están volviendo más comunes.

En ciertos estados del sur y en el estado norteño de Bihar, muchas personas comenzaron a usar un solo nombre después de los movimientos de reforma

Social que se intentaban ejecutar, porque los apellidos son casi siempre indicadores de la casta de pertenencia de una persona.

En los últimos años, ha habido demandas de varias comunidades para ser reconocidas como OBC.

En 2016 hubo protestas violentas por parte de la comunidad Jat en Haryana y la comunidad Patel lideró grandes protestas en Gujarat en 2015 exigiendo acceso a las cuotas previstas para las castas.

Ambas son comunidades prósperas y políticamente dominantes, pero argumentan que un gran número de sus comunidades son pobres y sufren deficiencias agravadas por este sistema discriminatorio.

Algunos dicen que el sistema de castas ya habría desaparecido si los políticos no hubieran avivado regularmente el sistema. En las elecciones, muchos grupos de castas siguen votando en bloque y son cortejados por políticos que réditos electorales. Como resultado, lo que originalmente estaba destinado a ser un plan de acción afirmativa temporal para mejorar la situación de los grupos desfavorecidos se ha convertido ahora en un ejercicio de captación de votos para muchos políticos. ¿Por qué no se rompen estas estructuras arcaicas? Pues porque en India todavía no impera el individualismo y se valora positivamente el papel de la familia y la casta o comunidad en la protección del individuo frente a la incertidumbre y la injusticia.

En primer lugar, la familia extensa india es un grupo de ayuda mutua. Asimismo, las castas indias son un elemento de protección para sus miembros siempre y cuando cumplan con las normas de la comunidad. En el caso del indio que migra, su primer punto de contacto serán los miembros de su familia o su jati en la ciudad o país al que vaya. Son personas con las que comparte lazos culturales y un estilo de vida. En caso de que un miembro del jati tenga un problema concreto en el lugar en el que vive, el panchayat o los miembros de su comunidad tomarán una decisión y lo protegerán. En la práctica, la sociedad mayoritariamente rural no se organizó de forma jerárquica respetando estrictamente la teoría de la pirámide social. En cada zona de la India, encontramos un jati que es el dominante porque posee la tierra y esto le permite ser el grupo de población mayoritario. Este grupo no corresponde necesariamente con las castas (varna) o las comunidades (jati) más altas en la jerarquía.

El resto de las comunidades trabajan para el jati dominante en una relación de dependencia. Al estar cada jati dedicado a una actividad profesional, un pueblo necesita de la presencia de una o más familias dedicadas a cada uno de los oficios básicos, lo que implica la convivencia de diferentes comunidades bajo el paraguas del jati dominante. Esto conforma el sistema de trabajo (jajmani) en el que las castas de servicio eran mantenidas por la casta dominante en una economía sin moneda. Con la introducción del dinero de forma generalizada durante la colonización británica, muchas labores pasaron a tener una contrapartida pecuniaria, pero el sistema se mantuvo inalterado. En un país donde el salario mínimo es de 65 dólares y el promedio es de 300 dólares, el sueldo de un legislador estatal de Rajastán, ronda los 4400 dólares. Además, en la India el Estado le proporciona residencia oficial a cada legislador.

El desprecio de las castas superiores a los parias llega a tal punto que muchos brahmanes siguen considerando, y lo dicen públicamente, que por ejemplo la vida de una vaca -animal sagrado- vale más que la de un paria. Hace algunos años Giriraj Kishore, líder del grupo religioso hindú Vishwa Hindu Parishad, respaldó el linchamiento de cinco parias porque habían matado a una vaca.

La segregación por castas continua a día de hoy, y será muy difícil de eliminar, porque ya está basado también a la economía de cada una, y así, las brutales diferencias salariales, hacen que sea harto imposible romper estas barreras.

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Julia Romero
Julia Romero
Julia Romero es profesora de Contabilidad y Banca y funcionaria. Ha obtenido el primer premio en diversos concursos de poesía, ha escrito obras de teatro, colabora en Radio 8 y es Presidenta de la Asociación Contra la Violencia de Género Ni Ilunga. Autora del libro "Zorra" y "Casas Blancas, un legado común".

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