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Pizzaballa consagra Tierra Santa al Corazón Inmaculado de María

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Comunicado de www.vaticannews.va —

El cardenal patriarca latino de Jerusalén hizo el acto de consagración ayer, 29 de octubre, solemnidad de la Virgen María Reina de Palestina, durante la misa en el santuario de Deir Rafat: «Que tu gesto materno alivie a los que sufren y huyen de los cohetes y las bombas. Que tu abrazo materno conforte a los que están heridos o se ven obligados a abandonar sus casas».

«Madre de Dios y Madre nuestra… una vez recorriste los caminos de nuestra tierra; guíanos ahora por los senderos de la paz». Son palabras del Acto de Consagración de Tierra Santa al Corazón Inmaculado de María pronunciado ayer, 29 de octubre, con ocasión de la Solemnidad de la Virgen María, Reina de Palestina, por el Patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa. El Cardenal celebró la Misa en el Santuario de Deir Rafat, a la que siguió la tradicional procesión con el icono de la Virgen. La liturgia también se retransmitió por streaming.

Paz en nuestras ciudades y pueblos

«A tu Corazón Inmaculado -dijo Pizzaballa en su oración dirigida a la Virgen- nos encomendamos y consagramos solemnemente, a nuestra Iglesia, a la humanidad entera, a los pueblos de Oriente Medio y, sobre todo, al pueblo de Tierra Santa, que te pertenece, pues lo embelleciste con tu nacimiento, con tus virtudes y con tus dolores, y desde allí diste al mundo el Redentor. Haz que termine la guerra y que la paz se extienda a nuestras ciudades y pueblos».

Guía a los líderes mundiales

«En este tiempo de prueba, nos dirigimos a ti porque nos amas y nos conoces», señaló el Patriarca, «la humanidad se ha desviado del camino de la paz. Ha olvidado las lecciones aprendidas de las tragedias del pasado reciente, de los sacrificios de millones de caídos en las guerras». «En medio del misterio de iniquidad que es el mal y la guerra -continuó-, guía a los líderes mundiales y a quienes deciden el destino de las naciones, para que decidan según la justicia y la verdad, y trabajen por el bien común».

Abrazo y consuelo

Pizzaballa pidió a la Virgen que muestre «a los habitantes de tu patria el camino de la fraternidad»: «En medio del fragor de las armas, transforma nuestros pensamientos en paz y nuestras espadas en rejas de arado. Que tu toque materno alivie a los que sufren y huyen de los cohetes y las bombas. Que tu abrazo maternal reconforte a los que están heridos u obligados a abandonar sus hogares, a los que han perdido familiares, a los desaparecidos y encarcelados», dijo.

De ahí una última súplica: «En esta hora, mientras los pueblos de Tierra Santa se dirigen a ti, tu corazón late de compasión por ellos y por todos los pueblos diezmados por la guerra, el hambre, la injusticia y la pobreza», concluyó Pizzaballa. «Por tu intercesión, que la misericordia de Dios se derrame sobre la tierra y que el ritmo suave de la paz vuelva a marcar nuestros días».

Se publicó primero como Pizzaballa consagra Tierra Santa al Corazón Inmaculado de María

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