InicioDerechos HumanosDespués del conflicto, habrá que perseguir urgentemente los crímenes de guerra

Después del conflicto, habrá que perseguir urgentemente los crímenes de guerra

Escrito por Isaac Debelle - Reflexionar sobre la posguerra en Israel y Palestina: un primer paso hacia la paz

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Desde hace 75 años, Israel intenta conciliar su política con la de su entorno regional. En las últimas semanas, esta tarea nada fácil parece haberse convertido en una misión casi imposible. Porque Israel rechaza todas las resoluciones de Naciones Unidas, imponiendo no sólo la retirada de los territorios ocupados desde 1948, la cuestión palestina se ha radicalizado año tras año hasta llegar hoy a esta polarización que divide más que nunca a dos sociedades que quieren acabar la una con la otra.

El sionismo, que tuvo su origen en la creación de un Estado de Israel en Palestina, ya no tiene nada que ver con el proyecto imaginado por Theodor Herzl. De ser socialista, colectivista, humanista y laico, hoy se ha convertido aún más, bajo el liderazgo del inoxidable primer ministro Benjamin Netanyahu, en un sionismo nacionalista, religioso, colonialista, ultraliberal y reaccionario en toda la región. Hoy ya no se trata de buscar las causas y los responsables, pues se trata de un proceso interminable. Para prepararnos para una hipotética paz algún día, tenemos que afirmar que el gobierno israelí y Hamás primero tendrán que responder por sus acciones, que son claramente crímenes de guerra, y después integrar a todos los componentes del panorama político israelí y palestino para encontrar una solución a la situación imposible: y esta solución única es la creación de un Estado palestino en las fronteras de la Línea Verde del 5 de junio de 1967, y permitir a los dos Estados vivir en coexistencia pacífica, en el marco de una solución política justa y duradera. No hay solución militar a la cuestión israelo-palestina.

La responsabilidad de Netanyahu

El atentado de Hamás del 7 de octubre muestra hasta qué punto el campo palestino está dominado por los islamistas y que la Autoridad Palestina de Ramala está reducida a la impotencia. Pero luchan por la misma causa. El todavía nacimiento del Estado palestino sólo ha provocado una sucesión de tragedias vividas por los palestinos de guerra en guerra desde 1948. Israel ha hecho todo lo posible para condenar a este Estado, todo lo posible para debilitar a la Autoridad Palestina y favorecer los extremos para dividir. El propio Netanyahu reconoció en 2019 que era necesario fortalecer a Hamás, responsable de muchos de los males actuales, para debilitar a Mahmud Abás, presidente de la Autoridad, e impedir la creación de un Estado palestino. Para satisfacer a los partidos que le llevaron de nuevo al cargo de Primer Ministro, Netanyahu ha seguido colonizando Cisjordania, reforzando la seguridad de los colonos de la zona, minando la seguridad del sur de Israel y convirtiendo el sionismo en un proyecto destinado a destruir cualquier esperanza de ver nacer un Estado palestino en un futuro próximo. Peor aún, Benjamin Netanyahu fue informado del ataque de Hamás por la inteligencia israelí, según su predecesor Yair Lapid. De hecho, el ex primer ministro israelí afirmó haber recibido información de los servicios de inteligencia antes del atentado de Hamás. Según él, su sucesor Benjamin Netanyahu también la recibió. También fue bajo el mandato de «Bibi» cuando se interrumpieron las escuchas telefónicas de los servicios de inteligencia en Gaza hace más de un año, por falta de interés y utilidad, según los mismos servicios.

El apoyo ciego de Washington a Tel Aviv

Hay que pensar ya en la posguerra y recurrir a los mediadores tradicionales entre los dos bandos: esencialmente Egipto y Qatar. La retirada estadounidense ha debilitado la situación general en la región y ha dejado vía libre a numerosos grupos terroristas. La opinión pública israelí se vuelve cada vez más en contra de Netanyahu, a quien se acusa de hacer el juego a los palestinos con su avidez de poder, en respuesta a las constantes provocaciones de los miembros nacionalistas y extremistas religiosos de su mayoría. El Primer Ministro ha puesto en peligro al país, que cuenta con el apoyo ciego de Washington: muchos piensan ya en la era post-Netanyahu, pues el Estado judío no puede continuar con alguien que pasará a la historia como el dirigente bajo cuyo mandato fueron asesinados 1.400 civiles israelíes en suelo israelí. Estados Unidos tiene una doble responsabilidad: financiar sin cesar a Israel y dejar que se las arreglen retirándose. ¿Lo harán ahora que Washington es tan consciente de la falta de coherencia y estrategia de la política actual de Israel?

¿Qué tipo de justicia para castigar los crímenes de guerra?

La campaña de represalias de Tel Aviv en Gaza se ha cobrado ya más de 7.000 vidas, incluidos 3.500 niños. ¿Quién puede condonar esto? ¿Los países árabes? ¿Occidente? ¿Estados Unidos? Incluso Joe Biden ha condenado la desmesura de las represalias israelíes contra la población civil de Gaza. Esta operación «Aníbal» es una lucha hasta el final para erradicar el mal: Israel no parará hasta derrotar a Hamás. ¿Y los rehenes civiles? Esto ha pasado a un segundo plano, lo que preocupa cada vez más a las familias de los prisioneros, que protestan manifestándose y expresándose ampliamente en los medios de comunicación israelíes e internacionales. Aquí es donde la creación de una comisión de investigación en Israel desempeñará un papel fundamental en el futuro. Netanyahu ya ha aceptado hacerlo. Pero más que eso, a nivel internacional, ¿quién castigará a Hamás por un lado y a Israel por otro por los crímenes cometidos este mes? Se habla de crímenes de guerra, pero algunos hablan ya de genocidio en Gaza. Sobre todo porque el Estado hebreo no reconoce al Tribunal Penal Internacional y, por tanto, no está obligado a acatar sus decisiones o sentencias. Como su hermano mayor estadounidense, ¡por supuesto!

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