Comunicado de www.vaticannews.va —
El cardenal Mauro Gambetti, arcipreste de la Basílica de San Pedro celebró la Misa promovida por la Asociación Italiana de Criadores con ocasión de la memoria de San Antonio Abad.
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El vuestro «es un trabajo en contacto con la tierra, con la creación». Una vida cotidiana hecha de naturaleza que casi huele a tierra prometida y a lo que, bíblicamente, esto significa, una «tierra de libertad, de paz, de prosperidad». El cardenal Mauro Gambetti, arcipreste de la Basílica Vaticana, fusiona la profesión de muchos de los que participan en la Misa en San Pedro con las sugerencias espirituales contenidas en el pasaje evangélico del día, en el que Jesús cura el sábado la mano paralizada de un hombre para reafirmar ante la audiencia crítica de los fariseos que el sábado está hecho para el hombre y no al revés.
Grandes valores, reglas complicadas
El motivo de la liturgia es la memoria de San Antonio Abad, patrón de los animales. Y la zona frente a la Plaza de San Pedro está llena de diversos animales, donde cada año Coldiretti y otros grupos montan un pequeño recinto con bueyes, burros y conejos para la tradicional bendición del 17 de enero. El cardenal Gambetti reflexiona sobre la «complicación» que imponen ciertas normas a la vida humana, aunque originalmente fueron dictadas, observa desde «un principio y el deseo de perseguir un valor», que a veces termina frustrando lo que él quisiera favorecer. “Por ejemplo – dice – quieres proteger a las mujeres, su libertad, su integridad y acabas considerando el aborto como un derecho” o “quieres afirmar la verdad en defensa de la dignidad de las personas y acabas limitando la libertad de expresión”.
Con las armas de la humanidad
Jesús, subraya el cardenal, está indignado contra los fariseos que guardan silencio ante su pregunta sobre si está permitido o no en sábado tener compasión de un hombre gravemente discapacitado. Y transforma su homilía en una invocación a Cristo para ayudar al hombre a tener compasión de los demás, «hacia los pobres, los jóvenes desorientados, los inmigrantes, los sin techo». Porque, añade, «de lo contrario los corazones y las mentes se confunden» y prevalece la división. El hombre, indica, es colocado por Jesús «en el centro del sábado» porque es el «centro de la mirada de Dios sobre la creación». Está en el centro no porque tiraniza a sus compañeros sino para «colaborar en la obra de Dios». «Entremos también – concluye el cardenal – en los desafíos que la globalización nos plantea, no con arrogancia ni armados de técnicas, leyes, números, estadísticas, armas, sino entremos con la fuerza de una humanidad compasiva en el nombre de Jesucristo».
Se publicó primero como Cardenal Gambetti: Sin compasión, el mundo sigue siendo confuso