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Los rostros cambiantes de la fe en Francia

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El paisaje religioso en francia ha experimentado una profunda diversificación desde la ley de 1905 sobre la separación de la Iglesia y el Estado, según un artículo de Kekeli Koffi Publicado en religactu.fr. Además de las cuatro religiones reconocidas formalmente a principios del siglo XX (el catolicismo, el protestantismo reformado y luterano y el judaísmo), han surgido nuevas religiones.

“El Islam, el budismo y la ortodoxia se han consolidado, dando a Francia el estatus de Estado europeo con el mayor número de musulmanes, judío y creyentes budistas”, escribe Koffi. Aunque desde 1872 no se han recopilado datos oficiales sobre la afiliación religiosa de las personas, se puede esbozar un esquema de la situación actual:

  • El catolicismo sigue siendo la fe predominante en Francia, aunque su influencia ha disminuido significativamente desde la década de 1980. Actualmente, más del 60% de la población se identifica como católica, pero sólo el 10% lo practica activamente.
  • El ateísmo y el agnosticismo están aumentando constantemente: casi el 30% de los franceses se declaran no religiosos.
  • El Islam es la segunda religión más grande en Francia, con aproximadamente 5 millones de musulmanes –tanto practicantes como no practicantes– que constituyen alrededor del 6% de la población.
  • El protestantismo representa el 2% de la población, aproximadamente 1,2 millones de personas.
  • El judaísmo tiene alrededor de 600.000 seguidores (1%), en su mayoría de ascendencia sefardí.
  • En Francia hay 300.000 creyentes budistas, principalmente de origen asiático, además de otros 100.000, lo que eleva el total a 400.000.

Koffi señala que otros movimientos religiosos también muestran vitalidad, a pesar de las controversias. Entre ellos, se calcula que hay unos 150.000 hindúes, Testigos de Jehová con 140.000, los miembros de Scientology se acercaban a los 40.000 y los sijs, en total unos 30.000, que se concentran en Seine-Saint-Denis.

Este panorama cambiante plantea interrogantes sobre la relevancia de los viejos modelos de gestión de la religión, concluye Koffi. Si bien la propia ley de 1905 parece capaz de resistir el tiempo y los cambios, instituciones como la Oficina de Religiones del Ministerio del Interior no se han adaptado a la nueva realidad y continúan funcionando como si sólo existieran un puñado de religiones en Francia.

Publicado anteriormente en The European Times.

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