La Comisión Europea se está preparando para revisar las propuestas de los ciudadanos y una idea controvertida sobre la mesa es la iniciativa ‘PsychedeliCare’ que apoya la exploración e implementación de tratamientos psicodélicos para problemas de bienestar mental. Los defensores de esta iniciativa destacan las ventajas del uso de psicodélicos para abordar problemas de salud mental; sin embargo, es crucial evaluar cuidadosamente las consecuencias de hacer que estas sustancias se generalicen para uso terapéutico, ya sucedió con demasiados “productos farmacéuticos” y terminan siendo drogas callejeras peligrosas, ya que esto es lo que realmente fueron desde el principio.
La promesa ilusoria de los psicodélicos
Los partidarios de estas “terapias” frecuentemente promocionan estas sustancias como remedios sorprendentes para problemas profundos de salud mental como la depresión y los trastornos de ansiedad como el trastorno de estrés postraumático, que regularmente destacan en apoyo de sus afirmaciones. Sin embargo, estos primeros hallazgos de la investigación se malinterpretan y exageran intencionalmente. Los “resultados positivos” observados en estudios de investigación limitados no se traducen automáticamente en seguridad y eficacia en grupos demográficos más amplios y variados, sino a menudo todo lo contrario. A lo largo de la historia, la fascinación por una solución rápida para los problemas de salud mental a menudo ha resultado en decepción y daño, si no en la muerte.
Una falta de comprensión integral
El insuficiente conocimiento científico sobre los psicodélicos genera preocupación dentro de la comunidad, ya que el intrincado funcionamiento del cerebro humano sigue siendo un misterio cuando está influenciado por estas sustancias. Existen riesgos como la angustia psicológica y el empeoramiento de condiciones de salud mental preexistentes que hacen impensable integrar los psicodélicos en las prácticas terapéuticas convencionales. Es crucial reconocer las variaciones en las experiencias individuales y las composiciones biológicas para prevenir daños no deseados en lugar de ayudar en los esfuerzos de tratamiento.
Preocupaciones regulatorias y éticas
La presión para que el gobierno apruebe las terapias psicodélicas plantea numerosas cuestiones éticas. ¿Deberían las sustancias con propiedades psicoactivas conocidas formar parte de la atención sanitaria general? El entorno regulatorio que rodea a estos compuestos está plagado de desafíos, que incluyen garantizar el control de calidad, estandarizar las dosis y prevenir el uso indebido. Con los movimientos de legalización en varias regiones, el potencial de abuso recreativo se expande, poniendo en riesgo la salud y la seguridad públicas.
Contexto histórico e implicaciones sociales
Mirando hacia atrás, finales de los años 1960 y principios de los años 1970 estuvieron marcados por una contracultura psicodélica que resultó en agitación social y aumento de droga abuso. El legado de esta época todavía cobra gran importancia; Muchos jóvenes idealizan el uso de psicodélicos sin tener en cuenta las graves consecuencias que acompañaron a su popularidad anterior, incluidas la adicción, las crisis de salud mental y el desprecio de la sociedad por los protocolos de seguridad.
Un precedente peligroso
Al pedir un papel más destacado de los psicodélicos en los protocolos de tratamiento, los defensores de la iniciativa ‘PsychedeliCare’ pueden sentar sin querer un precedente peligroso. Reemplazar tratamientos establecidos y basados en evidencia con terapias psicodélicas no probadas podría restar valor al progreso real logrado en la atención de la salud mental. Podría desviar la atención de los enfoques holísticos que consideran el estilo de vida, el asesoramiento terapéutico y la medicación adaptada a las necesidades individuales.
Conclusión
El debate en torno a la iniciativa ‘PsychedeliCare’ debería impulsar un examen atento y cauteloso de las implicaciones de respaldar los psicodélicos como opciones de tratamiento. Si bien existe una necesidad crítica de enfoques innovadores en la atención de la salud mental, apresurarse a adoptar terapias no probadas plantea riesgos importantes. Es fundamental que demos prioridad al escrutinio científico riguroso, las consideraciones éticas y el bienestar de las personas por encima del atractivo de las soluciones rápidas. El único camino claro a seguir se basa en terapias comprobadas, investigaciones exhaustivas y un compromiso inquebrantable con la salud pública.
Publicado anteriormente en The European Times.