Panamá, referente por su exitosa acomodación de la diversidad religiosa de facto y la convivencia pacífica entre religiones históricas, tribales y nuevas
Este año, el ‘Cumbre Fe y Libertad‘ organizado por organizaciones de la sociedad civil de Europa y América se lleva a cabo en Panamá, un pequeño país de 4,4 habitantes en Centroamérica.
Si bien la última cumbre tuvo lugar en el Parlamento Europeo en Bruselas, es el parlamento latinoamericano y caribeño (Parlatino), integrado por 23 países, que este año abre sus puertas los días 24 y 25 de septiembre a este prestigioso evento que reunirá a más de 40 ponentes: destacados académicos, defensores de derechos humanos, líderes religiosos y políticos de Panamá, Alemania, Argentina, Bélgica, Colombia, Costa Rica, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Holanda, México y Reino Unido.
El pieza clave de este proyecto es Giselle Lima, Co-Coordinadora de la Mesa Internacional de Libertad Religiosa de Panamá.
¿Por qué una conferencia sobre libertad de religión o de creencias en Panamá?
Panamá ha sido elegida específicamente para esta reunión internacional porque Panamá cumple con los principios fundamentales de libertad de religión o de creencias establecidos por las Naciones Unidas. Su Constitución y sus leyes han dado lugar a buenas prácticas que pueden mostrarse con orgullo a otras grandes democracias de Estados Unidos y Europa que no han alcanzado el mismo nivel de coexistencia armoniosa entre el Estado, por un lado, y toda la gama de comunidades religiosas o de creencias, por el otro.
En Panamá, país parte del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, toda persona tiene derecho a cambiar su religión o creencia. Se respeta la libertad de asociación, de culto y de reunión. La libertad de expresión y de compartir la propia fe en el espacio público no está impedida. Como el país no tiene ejército, no existe el servicio militar, lo cual es especialmente importante para los testigos de Jehová.
Las relaciones son armoniosas entre la sociedad y las religiones, así como entre las diversas religiones. No habrá conflictos interreligiosos ni campañas que inciten a la hostilidad o al odio contra grupos religiosos o de creencias minoritarios específicos. Los testigos de Jehová, los cienciólogos y otras minorías religiosas reciben un trato justo en los medios de comunicación, lo que no siempre es el caso en las grandes democracias.
La modestia de Panamá necesitaba ser recompensada con un gran evento internacional. La Cumbre Fe y Libertad lo está haciendo.
Datos estadísticos
En una encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Censos de Panamá de 2022,
El 65 por ciento de los encuestados se identificaron como católicos;
el 22 por ciento como evangélico;
el 6 por ciento no tenía religión;
4 por ciento como “otra religión”.
Los líderes judíos estiman que su comunidad tiene 15.000 miembros, centrados principalmente en la ciudad de Panamá.
Un líder musulmán chiíta estimó que la comunidad musulmana (chiítas y suníes) asciende a 14.000, y que la mayoría de los musulmanes se encuentran en la ciudad de Panamá, Colón y Penonomé. Los musulmanes chiítas son principalmente de origen libanés y los musulmanes suníes son principalmente de origen árabe y paquistaní.
Otros grupos que representan menos del 5 por ciento de la población incluyen (en orden descendente de membresía) episcopales, bahá’ís, budistas, metodistas, luteranos y rastafaris.
Otros pequeños grupos religiosos, que se encuentran principalmente en la ciudad de Panamá y otras grandes áreas urbanas, incluyen a los adventistas del séptimo día, los bautistas, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones), los testigos de Jehová, los hindúes, los pentecostales y las iglesias ortodoxas griega y rusa, la Iglesia de cienciología y la Sociedad Internacional para la Conciencia de Krishna.
Los líderes religiosos locales estimaron que sólo unos pocos individuos son Babalaos, que siguen la tradición religiosa yoruba y están asociados con la religión de la santería de Cuba.
Las comunidades indígenas albergan numerosas religiones indígenas, incluida Ibeorgun (prevalente entre los panameños Guna), Mama Tata y Mama Chi (prevalente entre los panameños Ngabe-Bugle) y Embera (prevalente entre los panameños Embera).
Los seguidores de estas religiones viven en todo el país, lo que complica los esfuerzos para estimar su número. Los representantes indígenas estiman que los practicantes de Mama Tata y Mama Chi se cuentan por decenas de miles, mientras que los practicantes de Ibeorgun y Embera probablemente se cuentan por miles.