Comunicado de www.vaticannews.va —
En una declaración pronunciada el 18 de octubre, en la 79ª Asamblea General de la ONU, el arzobispo Gabriele Caccia, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Nueva York, insiste en el empleo como medio fundamental para que las personas puedan salir de la pobreza.
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La pobreza sigue siendo «una afrenta a la dignidad humana», que agrava las desigualdades y niega a millones de personas la oportunidad de prosperar. Así lo subrayó el Arzobispo Gabriele Caccia, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Nueva York, en una declaración pronunciada en la 79ª Asamblea General de la ONU.
Centrarse en las mujeres y los niños
En una realidad en la que el 9% de la población mundial vive en la pobreza extrema, es evidente que no se trata simplemente de una «falta de recursos económicos», sino de una lacra que, señaló el prelado, «impide el pleno disfrute de los derechos humanos y priva a las personas de las oportunidades y los medios para participar plenamente en la sociedad». Afecta, por tanto, a todos los aspectos de la vida de una persona, desde el acceso a la educación y la atención sanitaria hasta las oportunidades de un trabajo digno, y tiene un «impacto desproporcionado» sobre todo en las mujeres y los niños. De ahí la urgencia de realizar esfuerzos conjuntos que tengan en cuenta ante todo las necesidades nutricionales de las mujeres, especialmente las que están embarazadas o en período de lactancia, y el desarrollo y crecimiento de los más pequeños.
Solidaridad y acción colectiva
Por otra parte, la «incertidumbre global» de los últimos años ha alcanzado niveles «sin precedentes», señaló el Arzobispo Caccia en otra declaración. La atención se ha centrado en los pequeños estados insulares en desarrollo, los países menos desarrollados y los países en desarrollo sin litoral. Son ellos, señaló, los que se enfrentan a «impactos desproporcionados del cambio climático y la volatilidad económica, a pesar de contribuir menos a estos problemas». Para promover una resiliencia duradera, prosiguió, es esencial «abordar estos retos de frente» mediante la acción colectiva y la solidaridad, garantizando que «reciban los recursos, la tecnología y el apoyo necesarios».
Volver a empezar desde el trabajo
Es igualmente importante reforzar las estructuras sociales que proporcionan seguridad y estabilidad. Empezando por la familia, «fundamento de la sociedad», «primera línea de defensa contra cualquier crisis». El empleo, se subrayó también, sigue siendo un «medio fundamental para que las personas salgan de la pobreza». El trabajo decente, «con salarios justos, en condiciones estables y con el apoyo de los sistemas de protección social» proporciona a las personas y a las familias la seguridad que necesitan para prosperar y permite un crecimiento económico sostenible e integrador.
Se publicó primero como La Santa Sede en la ONU: Alimentación, trabajo y familia contra la afrenta de la pobreza