Comunicado de www.vaticannews.va —
La implicación de Corea del Norte, en concertada colaboración con Rusia, corre el riesgo de volver a tejer los hilos de la “tercera guerra mundial en pedazos”. Di Liddo, director del CeSI: “Es uno de los momentos más bajos de la historia de las Naciones Unidas, un sistema internacional que debe reformarse, pero cuya contribución sigue siendo importante”.
Stefano Leszczynski – Ciudad del Vaticano
Crece la preocupación en las cancillerías internacionales por la presencia -que ahora da por segura incluso el Pentágono- de soldados norcoreanos en Rusia, listos para ser desplegados en zonas de combate contra Ucrania. La alarma lanzada por los servicios de inteligencia de Seúl se refiere al despliegue de un contingente de al menos 10.000 hombres que llegaron en tren a territorio ruso. Una posible utilización de militares de Pyongyang en combate marcaría el punto de una nueva escalada de la guerra ruso-ucraniana de consecuencias imprevisibles a nivel geopolítico mundial.
Di Liddo: el Papa denunció el peligro
En declaraciones a los medios vaticanos, el director del Centro de Estudios Internacionales (CeSI), Marco Di Liddo, analizó los distintos niveles de una posible implicación del contingente norcoreano en el conflicto: “Una primera hipótesis se refiere a la posibilidad de que soldados norcoreanos se enrolen en las fuerzas armadas rusas tras haberles entregado pasaportes falsos, haciéndolos pasar por ciudadanos de las regiones orientales de Rusia. De este modo, Corea del Norte podría tratar de evitar una atribución directa de responsabilidad a Ucrania por cualquier baja o daño a las infraestructuras”. Muy diferente, sin embargo, sería la implicación de estas unidades militares bajo su propia insignia, una eventualidad que -según di Liddo- autorizaría a Ucrania a declarar a Corea del Norte país hostil. “Otra pieza para la internacionalización de la guerra en Ucrania -continúa el analista del CeSI- podría derivarse del hecho de que, ante la implicación de un tercer país, nada prohibiría a los países europeos o no europeos enviar sus propios contingentes para apoyar a las fuerzas ucranianas». El peligro de un efecto dominó sobre los numerosos contextos de crisis abiertos a nivel internacional es, por lo tanto, concreto y corre el riesgo de volver a tejer todos los hilos de esa “guerra mundial a pedazos” tantas veces denunciada por el papa Francisco y frente a la cual el derecho internacional parece impotente.
El papel de las Naciones Unidas
“Este es uno de los momentos más bajos de la historia de las Naciones Unidas”, concluyó Marco Di Liddo, “que refleja los espasmos de un sistema internacional necesitado de reformas. Sin embargo, no debemos darlas por muertas, su contribución sigue siendo importante, pero las reglas de la gobernanza mundial han cambiado y el sistema multilateral actual parece ineficaz”. «En un contexto internacional así, dominado por los intereses nacionales individuales y la ausencia de verdaderas alianzas mundiales, las opciones de los Estados parecen cada vez más orientadas por intereses sectoriales y pragmáticos. La alianza establecida entre Moscú y Pyongyang debe leerse también en este sentido – explicó Di Liddo, quien añadió -: Rusia necesitaba municiones de artillería y, en ese momento, también hombres para enviar al frente. Corea del Norte, por su parte, necesitaba sobre todo un socio que le ayudara desde el punto de vista económico y humanitario, es decir, con suministros de artículos de primera necesidad, alimentos, y que le ayudara a desarrollar o mejorar su capacidad militar en el sector de los misiles y los satélites”.
Se publicó primero como Ucrania. Corea del Norte y la internacionalización del conflicto