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Pascua en Tierra Santa, Padre Patton: no nos quedemos presos en una tumba vacía

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Comunicado de www.vaticannews.va — Pascua en Tierra Santa, Padre Patton: no nos quedemos presos en una tumba vacía

El Custodio de Tierra Santa invita a los fieles a celebrar la resurrección de Jesús no dejándose atrapar «por la pesada piedra de las circunstancias que nos toca vivir, que hablan de fracaso y de muerte: guerras, pandemias, terremotos, crisis económicas, catástrofes naturales y catástrofes causadas por nuestra imprudencia humana y, a veces, incluso por nuestra crueldad humana».

Padre Francesco Patton OfM

Desde hace nueve años tengo el privilegio de celebrar la Pascua en los lugares que recuerdan la resurrección de Jesús y sus primeras apariciones: el sepulcro vacío y las capillas cercanas que recuerdan el encuentro con su madre, con María Magdalena y con las mujeres; Emaús donde Jesús se da a conocer al partir el pan; el cenáculo donde se aparece a los discípulos la noche de Pascua y ocho días después.

Este año, mi pensamiento pascual procede de Tabga, que está a orillas del mar de Galilea, no lejos de Cafarnaún, del monte de las Bienaventuranzas y de Magdala.

A Magdalena le había pedido Jesús que anunciara a sus hermanos y hermanas que había resucitado e iba delante de ellos a Galilea, y que allí volverían a encontrarse con Él, donde todo había comenzado, tres años antes.

En Tabga, a orillas del lago, Jesús se aparece a Pedro y a otros seis discípulos que intentan pescar, como si hubieran desechado su llamada porque estaban abrumados por la muerte del Maestro. En Tabga, Jesús resucitado se aparece al amanecer, cuando ya no es de noche pero aún no es de día. Aparece cuando es más difícil reconocer su rostro, pero no su voz.

El Resucitado aparece y pide de nuevo pescar cuando pescar es inútil. Pide, es decir, confiar en Él, una vez más y plenamente. Porque sólo Él es capaz de derribar nuestros fracasos y llenar nuestros vacíos.

Aparece el Resucitado y le hace a Pedro la pregunta más importante, la misma que nos hace a nosotros: «¿Me amas más que a nada y que a todos? Si me amas de verdad puedes empezar a seguirme de nuevo. Si me amas de verdad, puedes empezar a cuidar de las personas que te confío. Si me amas de verdad también puedes dar tu vida hasta el final, hasta el final, como yo».

Si queremos celebrar la Pascua, si queremos celebrarla plenamente, también nosotros debemos aprender a no permanecer prisioneros de una tumba vacía.Jesús resucitado va delante de nosotros y camina delante de nosotros.

Si queremos celebrar la Pascua, no podemos quedarnos prisioneros de nuestros fracasos personales: tanto en el plano humano como en el religioso.

Si queremos celebrar la Pascua, tampoco podemos permanecer aplastados bajo la pesada piedra de las circunstancias que nos toca vivir, que hablan de fracaso y de muerte: guerras, pandemias, terremotos, crisis económicas, catástrofes naturales y desastres causados por nuestra imprudencia humana y, a veces, incluso por nuestra crueldad humana.

Jesús resucitado ya ha superado todo esto y sólo nos pregunta: «¿Me amas hasta el punto de confiar totalmente en mí?¿Estás dispuesto a empezar de nuevo conmigo?

¿Estás dispuesto a ponerme de nuevo en el centro de tu vida?». Entonces y sólo entonces podrá decirnos de nuevo: «Sígueme, cuida de las personas que te confío y aprende conmigo a dar la vida».

Entonces, y sólo entonces, también seremos capaces de reconocerle presente cuando ya no es de noche, pero todavía no es de día, y experimentaremos que esperando en Él nunca nos veremos defraudados, engañados o confundidos, y podremos caminar con confianza, acompañados por Él, por los caminos del tiempo hacia la Pascua eterna.

Se publicó primero como Pascua en Tierra Santa, Padre Patton: no nos quedemos presos en una tumba vacía

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