Todos los días desde finales del mes pasado, alrededor de 600 congoleños han estado cruzando la frontera hacia Uganda, que alberga el mayor número de refugiados en África, lo que lleva el refugio total allí a casi 600,000, de un total de 1.8 millones.
Esto «corre el riesgo de abrumar la capacidad del país, ya que también responde a las necesidades de más de 70,000 refugiados sudaneses que han llegado huyendo de la guerra de dos años en Sudán», dice el ACNUR.
Muchos de los recién llegados, en su mayoría mujeres y niños, vienen a pie o en el transporte local, mientras que ha habido «crecientes informes de hombres que viajan por separado de sus familias para evitar ser reclutados por los grupos armados», dijo ACNUR.
Los niños son particularmente vulnerables, y muchos llegan a «un estado debilitado en medio de una alta prevalencia de malaria y desnutrición».
Recursos bajo tensión
El tránsito está abrumado, con Nyakabande, uno de los principales centros de tránsito, alcanzando seis veces su capacidad. La escasez crítica de las instalaciones de baño y las letrinas está poniendo a las personas en riesgo terrible de enfermedades mortales, y la mayoría ya sufre mala salud.
Desde enero, hasta nueve niños menores de cinco años murieron por anemia relacionada con la desnutrición en los centros de tránsito de Nyakabande y Matanda.
Cortes de ayuda
El crujido de financiación está impactando significativamente la respuesta humanitaria, y el ACNUR tiene que reducir algunas actividades de protección estándar, como la ayuda legal para los refugiados, para priorizar las necesidades más críticas.
Mientras que las autoridades ugandesas, el ACNUR y los socios están trabajando para fortalecer el apoyo a los refugiados recién llegados, los servicios vitales en todo el país han tenido que ser deprimidos, incluidos los cierres de instalaciones de salud y la pérdida de unos 250 trabajadores de salud.
«La financiación urgente es crítica» para permitir que Uganda mantenga y expandir estos servicios, dijo la agencia.