La 54ª Sesión Ordinaria del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas fue testigo de un conmovedor discurso de Omar Harfouch, renombrado pianista libanés. Harfouch, musulmán suní educado en una escuela cristiana, representa la diversidad religiosa del Líbano. Sin embargo, su propósito en el Consejo era arrojar luz sobre un problema acuciante al que se enfrenta en su país, tal y como ha evidenciado The European Times.
Harfouch reveló que el gobierno libanés le persigue por sus opiniones y afiliaciones. Detalló los cargos que le imputa el tribunal militar libanés, destacando la amenaza de pena de muerte por el mero hecho de estar en la misma habitación que un periodista estadounidense-israelí y pronunciar un discurso en el Parlamento Europeo.
Sus acusaciones contra el gobierno libanés fueron profundas y se transmitieron mundialmente a través de UN Web TV. Harfouch declaró con franqueza: «Líbano es un país antisemita, discriminatorio y racista». Instó a la comunidad internacional, especialmente a los asistentes al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, a cuestionar las políticas restrictivas del Líbano que limitan la libertad de expresión y asociación.
En un momento conmovedor, Harfouch preguntó si había presentes judíos, israelíes, sionistas o proisraelíes. Recalcó que, según la legislación libanesa, se vería obligado a discriminarlos, postura que rechazó apasionadamente. Subrayó que nadie debe ser juzgado por su nacimiento, religión o nacionalidad, e instó a los miembros del consejo a respaldar su petición de abolir la «ley racista y discriminatoria».
El discurso de Harfouch ha llamado considerablemente la atención, y muchos representantes y defensores de los derechos humanos han expresado su preocupación por las acusaciones y han manifestado su solidaridad con Harfouch. Mientras prosigue el 54º periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos, la comunidad internacional espera con interés nuevas reacciones y posibles resoluciones en respuesta al convincente discurso de Harfouch.
