Comunicado de www.vaticannews.va —
En su discurso a la Asociación para la Subsidiariedad y la Modernización de los Entes Locales, Asmel, que en Italia impulsa procesos de modernización y difunde buenas prácticas, el Papa subraya el abandono de las zonas del interior y la despoblación por falta de oportunidades debido a la escasez de recursos. Es necesario descubrir oportunidades donde otros ven limitaciones, o recursos en lo que se considera desperdicio, dice, sugiriendo sitios de bienestar y participación comunitaria
Tiziana Campisi – Ciudad del Vaticano
La situación en la que se encuentran los pequeños municipios en Italia, especialmente los de las «zonas internas», en su mayoría «abandonados» y «en condición de marginalidad», es el resultado de la cultura del despilfarro, hasta el punto de que quienes allí residen «sufren importantes carencias en términos de oportunidades», de hecho es «demasiado costoso ofrecer a estos territorios» los mismos recursos que se proporcionan a «otras zonas del país, por lo que se crean desigualdades». Francisco lo señaló en su discurso a la Asociación para la Subsidiariedad y la Modernización de los Entes Locales (ASMEL), «fundada en 2010 para contribuir al buen funcionamiento de los Entes Locales italianos, según el principio de subsidiariedad, en sintonía con la doctrina social de la Iglesia», y observó que en esta realidad se desencadena un círculo vicioso.
«La falta de oportunidades empuja a menudo a la parte más emprendedora de la población a marcharse y esto hace que los territorios marginales sean cada vez menos atractivos, cada vez más abandonados a sí mismos. Los que se quedan son principalmente las personas mayores y las que tienen más dificultades para encontrar alternativas. En consecuencia, la necesidad del Estado del bienestar crece en estos territorios, mientras que los recursos para responder a ella disminuyen».
El grito de los territorios abandonados
Hay que tener en cuenta, señala el Papa, que precisamente las «zonas interiores y marginales», donde se encuentra la mayor parte del patrimonio natural, tienen una «importancia estratégica en términos ambientales», sin embargo, «la progresiva despoblación hace más difícil el cuidado del territorio». Los territorios abandonados se vuelven más frágiles, y su perturbación se convierte en causa de calamidades y emergencias, especialmente hoy en día con los cada vez más frecuentes fenómenos extremos: por ejemplo, lluvias torrenciales, inundaciones y corrimientos de tierras; sequías e incendios; vendavales, etc.
«Mirando estos territorios, tenemos la confirmación de que escuchar el grito de la tierra significa escuchar el grito de los pobres y de los descartados, y viceversa: en la fragilidad de las personas y del medio ambiente reconocemos que todo está conectado -todo está conectado-, que la búsqueda de soluciones requiere leer juntos fenómenos que a menudo se piensan como separados».
Talleres de innovación social
A Asmel, que busca contribuir a la protección de «la dignidad de las personas» y al cuidado de la casa común, «incluso con escasos recursos y en medio de mil dificultades», Francisco les pide que avancen y les invita a reflexionar sobre el potencial de los lugares olvidados. Desde tiempos inmemoriales, y aún hoy, les recordó, son las zonas marginales las que pueden convertirse en laboratorios de innovación social, partiendo de una perspectiva -la de los márgenes- que permite ver los dinamismos de la sociedad de otra manera, descubriendo oportunidades donde otros sólo ven limitaciones, o recursos en lo que otros consideran residuos.
Privatización social y espacios de participación
Para Francisco, a través de «prácticas sociales innovadoras» es posible redescubrir «formas de mutualidad y reciprocidad» y reconfigurar «la relación con el medio ambiente en clave de cuidado, desde nuevas formas de agricultura hasta experiencias de bienestar comunitario», por lo que dichas prácticas deben ser «reconocidas y apoyadas, para alimentar un paradigma alternativo en beneficio de todos».
«Me gustaría sugerir una vertiente entre las muchas a las que se debería prestar atención: la de la búsqueda de nuevas relaciones entre los sectores público y privado, en particular el sector social privado, para superar viejos planteamientos y aprovechar al máximo las posibilidades que brinda ahora la legislación».
La escasez de recursos en zonas marginadas hace que la gente esté más dispuesta a colaborar por lo que parece ser un bien común; surge así, señaló, la oportunidad de abrir espacios de participación, fomentando una renovación de la democracia en su sentido sustantivo.
El buen uso de la inteligencia artificial
Con la mirada puesta en las «nuevas tecnologías», el Papa invita después a considerar «el recurso a las diversas formas de inteligencia artificial», que «pueden revelarse potentes como instrumentos de muerte», pero también beneficiosas si se utilizan en la lógica del «cuidado de las personas, de las comunidades, de los territorios y de la casa común».
El problema de la desnaturalización
Por último, concluyendo su reflexión, Francisco expresa su preocupación por el crecimiento de la desnatalidad y la «cultura de la despoblación». «Hace falta hacer niños. Italia, España… necesitan niños», afirma, añadiendo que hay que «tomarse en serio el problema de los nacimientos» porque se está «jugando el futuro».
«Tener hijos es un deber para sobrevivir, para salir adelante. Piensen en esto. Esto no es un anuncio de una agencia de natalidad, no, no; pero quiero hacer hincapié en esto: el drama de los nacimientos. Hay que pensárselo muy seriamente».
Se publicó primero como El Papa: apoyar a los pequeños municipios italianos desatendidos