Comunicado de www.vaticannews.va —
Se ha montado un andamio autoportante que rodeará al monumento de bronce. Los trabajos no afectarán el desarrollo habitual de las ceremonias papales.
Maria Milvia Morciano – Ciudad del Vaticano
La Basílica de San Pedro vuelve a ser la antigua obra renacentista que conocemos por fuentes e historias. Después de tres siglos y en vista del Jubileo, han comenzado los trabajos preliminares de restauración del Baldaquino que el miércoles 21 de febrero se han presentado en exclusiva a los periodistas locales e internacionales.
Bajo el Baldaquino se encuentran las Grutas Vaticanas, donde se halla la tumba de San Pedro. Un lugar desnudo y sencillo, pero destino de peregrinación desde los primeros tiempos de la era cristiana. La tradición vinculada a la tumba del Apóstol arraigó y creció junto con la fe. Con el tiempo, los artistas más célebres recibieron el encargo de construir la Basílica de San Pedro y, a lo largo de los siglos, emplearon todo su ingenio, todos sus conocimientos, todo lo mejor de que fueron capaces. El centro geométrico, el corazón, es la tumba de Pedro, justo debajo del altar. Para hacer el lugar aún más solemne, el Papa Urbano VIII encargó en 1623 al artista más famoso de la época, Gian Lorenzo Bernini, director de la obra en la que colaboraron, entre otros, Francesco Borromini y Carlo Maderno. La gran obra se terminó en 1625.
Una arquitectura que se funde con la escultura
En la tradición eclesiástica anterior, el altar estaba coronado por un copón, una esbelta pieza arquitectónica, bien expresada por los ejemplos romanos de Alfonso di Cambio, que debía atraer la mirada de los fieles hacia el altar, pero las colosales dimensiones de la basílica habrían dado lugar a una perspectiva aplastada y desproporcionada.
La enorme cruz se habría tragado literalmente una estructura central inadecuada. Bernini pensó entonces en realizar un enorme baldaquino procesional de bronce, fusionando arquitectura y escultura. El resultado es impresionante. El uso de columnas retorcidas aporta ligereza, al igual que la imitación del bronce denso y pesado con festones de flecos, las pechinas con el denso material del bronce. Cerrando las cuatro esquinas columnadas, los entablamentos curvos y el remate con delfines parecen jugar con el espacio vacío y los haces de luz que entran por la linterna de la cúpula. Ramas de laurel se aferran a las columnas, pobladas de lagartijas y abejas, símbolos heráldicos de los Barberini. Una obra que debió de sorprender al propio Bernini, que se vio obligado a rehacer los modelos de los ángeles coronadores porque la primera vez los había hecho demasiado pequeños.
Fortunato: todo estará listo para el Jubileo
Una gran obra, por tanto, que vuelve a la vida después de tres siglos y en vista del Año Santo de 2025. Todo el proyecto conlleva significados que no solo están relacionados con la tecnología y las metodologías de restauración, sino que también tiene aspectos espirituales.
El padre Enzo Fortunato, director de comunicación de la Basílica, declaró que «leyendo y profundizando en los trabajos que se han llevado a cabo, me ha llamado inmediatamente la atención un aspecto, a saber, que dos rivales como Bernini y Borromini hayan trabajado juntos en la obra. Es una sugerencia muy interesante porque nos dice que cuando trabajamos juntos como un equipo, tenemos estas obras maestras». Preguntado por el tiempo necesario para terminar la obra, es decir, si estará terminada a tiempo para el Jubileo, el franciscano respondió: «Todo debería estar listo en noviembre. Hay un calendario que los obreros están siguiendo. Entonces, en estos aspectos, creo que merecen la palabra los que se están ensuciando literalmente las manos. Pero es seguro que para el Jubileo estará listo, para noviembre tendremos la reapertura y por tanto la posibilidad de contemplar una de las obras maestras del arte».
El Baldaquino es una obra maestra que además tiene un valor simbólico muy fuerte porque, además de ser una enorme obra de arte, se encuentra justo en la Tumba de Pedro. «Este lugar es la bisagra de la Basílica, podríamos decir que todo gira en torno a esta bisagra. De ahí su importancia artística, cultural, simbólica, espiritual», subraya además Fortunato. «Aquí es donde tiene lugar la celebración eucarística, aquí está la Eucaristía que es fuente y culmen de la vida cristiana. Este es el significado, custodiar y mantener digno uno de los lugares más preciados de la Basílica. San Francisco de Asís decía que los lugares donde se celebra la Eucaristía o donde se guarda la Eucaristía deben ser lugares dignos».
Para el director de comunicación de la Basílica, «la restauración debe garantizar que el Baldaquino, pero también las demás realidades, no sólo sean utilizables, sino también preservadas y conservadas. Hoy nos enfrentamos a la que es la segunda gran restauración del Baldaquino desde su inauguración en el siglo XVIII. Así que esperamos realmente la belleza de su antiguo esplendor». Por el momento, no está previsto realizar más obras de restauración en la basílica.
Se publicó primero como Comienza la primera fase de restauración de Baldaquino