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Peña Parra: Como hace siglos, María sigue ahuyentando miedos y peligros

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Comunicado de www.vaticannews.va — cq5dam.thumbnail.cropped.750.422 Peña Parra: Como hace siglos, María sigue ahuyentando miedos y peligros

Esta mañana, 18 de marzo, el sustituto de la Secretaría de Estado celebró la misa de la fiesta de Nuestra Señora de la Merced, conocida como la «Madunnuccia», patrona de la diócesis corsa (Ajaccio). A los fieles reunidos para la celebración, en la que estaba presente el cardenal François-Xavier Bustillo, el arzobispo llevó la bendición del Papa.

El Observatorio Romano

La luz, en la fe, representa a Cristo que, «al hacerse hombre, atravesó las tinieblas del misterio, revelando el rostro del Padre a los hombres, y, al resucitar en la noche de Pascua, nos dio la luz de la vida inmortal». Estas fueron las palabras del arzobispo Edgar Peña Parra, sustituto de la Secretaría de Estado, durante la misa celebrada en la catedral de Ajaccio el lunes 18 de marzo por la mañana, fiesta de Nuestra Señora de la Merced, llamada en este lugar cariñosamente «La Madunnuccia». Es una fiesta de luz, expresada por miles de velas y antorchas que reverberan sobre la capital y la costa de Córcega, iluminando la noche entre el 17 y el 18 de marzo de cada año. Es el testimonio del afecto de los fieles a su patrona. Un aniversario que reúne a miles de personas, a las que en esta ocasión el prelado venezolano llevó la bendición del Papa Francisco.

Fe y esperanza

En presencia del cardenal franciscano conventual François-Xavier Bustillo, obispo de la diócesis corsa, el sustituto de la Secretaría de Estado explicó en su homilía cómo la vela recibida el día del Bautismo simboliza también «la fe y la esperanza, recordándonos que la presencia del Señor sostiene e ilumina nuestro camino, incluso en las sendas más oscuras». A continuación, recordó que la celebración de la patrona de Ajaccio tiene su origen en un periodo difícil de la historia de la isla, amenazada por la peste. «La epidemia -dijo- asolaba sobre todo Génova, desde donde se temía que barcos y tripulaciones ‘infectados’ pudieran alcanzar las costas corsas y propagar el contagio. La población, entonces, invocó la protección de María y «gracias a los vientos contrarios, ningún barco consiguió atracar: el peligro fue conjurado y fuimos testigos de la amorosa respuesta de la Madre del Cielo a las apremiantes peticiones de sus hijos».

María sigue intercediendo hoy, como hace siglos

Monseñor Peña Parra añadió que, por este motivo, el 16 de marzo de 1656, la comunidad de Ajaccio decidió proclamar a María patrona de la ciudad, con el título de Virgen de la Misericordia, ordenando «la construcción de una capilla en su honor en el interior de la catedral». Desde entonces, subraya, la «Madunnuccia» sigue celebrándose cada año «siguiendo el mismo ritual antiguo». Así, «el amor, la oración y la confianza que, hace cuatro siglos, por intercesión maternal de María, alejaron los peligros y temores de esta hermosa tierra y de sus habitantes, han seguido haciéndolo a lo largo de los siglos». ¿Y quién más que la Madre celestial puede ayudar a la humanidad?, se preguntaba el sustituto, ¿Quién sino Aquella que «con su sí» ha transformado toda la vida en un gran acto de confiada entrega y humilde obediencia? ¿Quién sino Aquella que, guardando en su corazón los acontecimientos de su Hijo, mantuvo encendida la antorcha de la esperanza bajo la cruz, a través del silencio del Sábado Santo, hasta la aurora luminosa de la Pascua y el fuego de Pentecostés?

La experiencia de confiar en Dios que salva

De ahí la invitación a encomendarse a Ella, como recomendó el Papa Francisco, en la Solemnidad de la Madre de Dios, el 1 de enero. Con María, señaló el prelado, se aprende a vivir, incluso «en el sufrimiento, la experiencia de la confianza en Dios que salva, consuela y se inclina sobre todas nuestras pobrezas», abrazando «nuestra soledad para que ya no estemos solos, llevando con nosotros las cruces más pesadas y encendiendo las luces de la esperanza en las noches de sufrimiento».

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